Para explicar bien la geografía de Puno vamos hacer de manera imaginaria un corte transversal del territorio peruano a la altura del paralelo 16, el perfil nos mostraría, a partir del río Majes, una muy brusca elevación que pronto remata en una llanura de topografía poco accidentada. Situados ya sobre esa gran meseta, comprobaríamos que, efectivamente, a pesar de hallarse interrumpida por algunos valles profundos, ella es, en general, una superficie de relieve suave y uniforme, en la que, a diferencia de la mayoría de los paisajes andinos, la vista prácticamente no halla obstáculos en su búsqueda del horizonte.
Estamos en el Collao, altiplanicie que desde la región del Cuzco se extiende casi 800 kilómetros hacia el sur, hasta el lago Poopó, en Bolivia, a una altura que oscila entre los 4200 y los 4600 metros sobre el nivel del mar. A manera de un colosal anfiteatro, este vasto escenario se halla flanqueado, hacia
el noreste, por la cordillera Oriental, montaña de topografía muy escarpada, seccionada por valles profundos y encañonados que dan lugar, entre ellos, a alineamientos como la cordillera de Carabaya y que luce imponentes picos, como el Allin Ccápac (5850), el Ritipata (5350) o el Balansani (5354) y hacia el noroeste, por las cumbres nevadas de la Cordillera Occidental entre otras, el Cunurana (5420), el Lamparasi (5327), y la cadena volcánica de la que forman parte el Ubinas (5672), el Tutupaca (5815) y el Ticsani (408).
El altiplano es actualmente una típica superficie de erosión. Su origen hay que situarlo en el Terciario superior, hace unos 20 millones de años, cuando apenas se elevaba entre los 2 000 y los 2 500 metros sobre el nivel del mar. Su actual altura es producto de un espectacular proceso que se inicia a fines de ese período es decir en el Mioceno tardío o en el Plioceno, luego de haber sido por muchos millones de años una superficie de topografía madura, y continúa durante el Cuaternario. En ese entonces algunos de sus ríos desaguaban en el océano, pero como resultado de su elevación y de las cordilleras que lo resguardan, hoy el altiplano forma una cuenca montañosa sin otro desagüe para esas corrientes que el de sus lagos Titicaca y Poopó.
La parte sur del Collao alberga la depresión del Titicaca, de origen tectónico, que corre del noroeste al sureste por más de trescientos kilómetros, con un ancho de hasta cien kilómetros, y en el centro de la cual se encuentra el lago del mismo nombre. Aquí la uniformidad del terreno es, si cabe, mayor, pues ésta es una zona de extensas llanuras aluviales cubiertas de pastos y matorrales, como las de Lampa, Juliaca y Ayaviri.
Desde el punto de vista geológico, el último gran cambio actualmente perceptible en el altiplano se produjo hace medio millón de años, época en la que el gran lago central, llamado Ballivián, comenzó su drenaje y se fragmentó en los actuales Titicaca, Poopó y otros menores. Sin embargo, la historia geológica del Collao se remonta a quinientos millones de años, época en la que empieza a surgir del fondo marino. Hace aproximadamente trescientos millones de años, se inicia la formación de las que serían las cordilleras Oriental y Occidental, cuyo levantamiento, lentísimo, se produjo en el Cretáceo. Sucesivos plegamientos —bautizados como “Fase peruana”, hace unos 100 millones de años, durante el Cretáceo superior; “Fase incaica”, hacia el Eoceno terminal, aproximadamente hace 60 millones de años; “Fase quechua", durante el Mioceno inferior, hará unos 15 millones de años; y la “Fase tardiandina”, en el Plioceno, hace 3 millones de años terminaron con el esculpido de la morfología actual del altiplano, la cual deja ver, en sus areniscas, calizas, cuarcitas, lutitas, rocas cristalinas, etc., el testimonio de tan accidentada historia.
De los 72382 de kilómetros cuadrados del departamento de Puno, aproximadamente el 70% está ocupado por la altiplanicie del Collao. El 30% restante lo constituyen los terrenos cordilleranos y la zona de selva que limita con Madre de Dios.
Esta última, integrada en las provincias de Carabaya y Sandia, está separada del altiplano por la cordillera de Carabaya que reparte las aguas, en dirección sur, hacia el Titicaca, y hacia el norte, en dirección a la cuenca amazónica y es, en la llamada zona sub andina, un territorio montañoso de topografía muy accidentada, cubierto por una vegetación boscosa de tipo tropical, y más al este, cerca ya de Madre de Dios, un territorio de selva baja. En verdad, éstas son regiones absolutamente distintas y que han sido integradas en un único departamento sólo por necesidades de orden administrativo.
El altiplano de Puno
Como dijimos al Titicaca van a dar todos los ríos del altiplano, con excepción del Desaguadero, que más bien sale del gran lago y lleva sus aguas al Poopó. Los más importantes están en la parte peruana, y entre ellos destacan, por su extensión, el Azángaro, que tiene un recorrido de 300 km y nace en el nevado Ananca, a 5852 m.s.n.m.; y, por su caudal, el Ramis, que recorre desde el oeste 70 km; el Coata, con 50 km, que llega desde el norte; y el llave, de 70 km de largo y que desciende del suroeste y forma un inmenso delta al desembocar en el lago.
La importancia de estos ríos en la configuración del relieve altiplánico es menor. No han excavado valles profundos y sólo sus inundaciones periódicas alteran levemente el paisaje puneño. En verdad, éste, más que por valles, debe dividirse por zonas según su cercanía del lago: la circunvecina y la puna propiamente dicha. Esta última se halla cubierta de cascajo o de un manto de Ichu como del viento cortante típico de esas altitudes. La puna, sólo apta para el pastoreo, es un paisaje desprovisto de árboles y casi de seres humanos, en el que prima notoriamente la dimensión horizontal, un páramo que provoca el efecto de desolación que ha impresionado a tantos viajeros y que suele generalizarse a todo el departamento. En la región cercana al lago, en cambio, se asientan los mayores centros poblados, y el clima y la tierra son benignos y aptos para la agricultura.
Como en toda la región de puna, las temperaturas oscilan fuertemente entre el día y la noche. La temperatura media del Collao es superior a 0 e inferior a 7 grados centígrados; las máximas oscilan entre 15 y 22 y las mínimas van de 9 a 24 grados. La sensación de frío puede variar también grandemente, según uno es té a la sombra o al sol, e incluso si por el paso de una nube la luz solar se atenúa. En la época de lluvias, en las alturas son frecuentes la nieve y él granizo.
La temporada de lluvias se inicia en octubre y dura hasta mayo. Entonces el paisaje, antes de tonos grises y marrones, se vuelve verde. Cuando en esta época uno arriba por tren, desde Arequipa, la entrada al Altiplano marca un notorio contraste con los desolados y quebrados parajes de la etapa previa. Sin embargo, la desolación vuelve a instalarse entre junio y setiembre, época en la que las lluvias escasean.
Por supuesto, este contraste se acentúa en los años en que se produce el Fenómeno del Niño, que lleva abundantes precipitaciones a la costa norte, en tanto que sume a la sierra, especialmente a Puno, en una terrible sequía.
Los recursos hídricos del Altiplano comprenden también un conjunto de lagunas, como las de Asillo o Lampa, la más extensa de las cuales es la laguna de Arapa, restos todas ellas del primitivo lago Ballivián, antecedente más extenso del Titicaca. También hay que mencionar las ciénagas y humedales en las cercanías del lago y en las desembocaduras de los ríos, cuya importancia para la ganadería es grande.
Selva de Puno
Hacia el norte, en el límite con el departamento de Madre de Dios, Puno comprende territorios muy diferentes del Altiplano. Una estrecha franja de región quechua y otra un poco más amplia de yunga fluvial dan paso, a lo largo de las provincias de Sandia y Carabaya y siguiendo el curso del río Tambopata, a una de selva alta o Ruparupa, ya en la vertiente noreste de la cordillera Oriental, y un poco más abajo todavía, a una pequeña sección de selva baja en la margen izquierda del río Heath. En ese brusco descenso hacia el llano amazónico, el clima va cambiando de frío a templado y a cálido, así como, naturalmente, el paisaje humano. El hombre del Altiplano ha incursionado desde antiguo en estos territorios para obtener de ellos coca, objetos exóticos, y quizás oro de sus ricos lavaderos, pero estas tierras estuvieron en gran parte deshabitadas o fueron zonas donde eventualmente moraron algunos grupos indígenas, como los huarayos.