Es imposible efectuar un recuento siquiera somero de las iglesias coloniales de Puno, de modo que nos limitaremos a hacer referencia a las más notables o las mejor conservadas.
Podemos empezar por Pomata, al sur del departamento y a orillas del Titicaca, que ya en 1545 contaba con una capilla y, con seguridad, en 1567, con un templo concluido, el de Santiago, en el que se veneraba una imagen de la Virgen del Rosario. Este templo, de planta en cruz latina, al parecer fue reconstruido varias veces, siendo su estado actual fundamentalmente de mediados del siglo XVIII. Su nave mide sesenta y ocho metros de largo por 8 metros y treinta centímetros de ancho, y su impresionante bóveda de media naranja está sostenida por pesadas pilastras que confieren una sensación aun mayor de solemnidad al recinto. La portada lateral de dos cuerpos, con sus seis sobrias hornacinas enmarcadas por columnas que abren tres calles, contrasta con la principal, de diseño grandioso, aunque haya quedado, aparentemente, sin terminar en la ornamentación de sus muros. Pomata contaba con otros dos templos, de los cuales uno, el de San Martín, fue destruido en el siglo XIX, y el otro, San Miguel, está completamente en escombros.
En Zepita, sobre el golfo de Taraco, también hubo tres templos: el de Santa Cruz, que ya no existe, el de San Sebastián y el de San Pedro, siendo este último el mejor conservado. Su reconstrucción mayor es igualmente de mediados del XVIII, pero su planta es de hacia 1580. Esta iglesia tiene una silueta impresionante, con su cúpula y su alta torre, las gradas que llevan a un atrio amplio, y una portada retablo lateral profusamente ornamentada y enmarcada por un arco que se prolonga de una bóveda perpendicular a la principal. En su interior hay restos de pintura mural. Es reputado como uno de los más logrados ejemplos del estilo mestizo.
Juli fue conocida como "la pequeña Roma de América" no sólo por sus cuatro magníficos templos, sino por la presencia en esta ciudad de la orden de los jesuitas, quienes desarrollaron una intensa labor religiosa y cultural, como que establecieron en Juli la segunda imprenta del Perú, en 1599. La iglesia de San Pedro, construida antes de 1576 por los dominicos con el nombre de Santo Tomás, tiene 80 varas de largo por 12 de ancho. Su maciza torre de tres cuerpos, que remata en una cúpula de piedra y ladrillo ornada con pináculos que hasta no hace muchos años fue de quincha recubierta con tejas, establece un contrapunto con la fachada sencilla, de estilo renacentista, que tenía al otro costado un arco, hoy tapiado, el cual posiblemente enmarcaba un balcón que servía de capilla abierta para los oficios ante las multitudes. Su atrio era porticado, como lo fueron buena parte de lo de las iglesias del Altiplano. Sus numerosas capillas laterales, a lo largo de la nave cuya bóveda fue remplazada por una de piedra hacia 1760, albergaban obras de gran belleza, como los cuadros pintados por el jesuita italiano Bernardo Bitti. Todavía tiene entre sus riquezas una hermosa pila bautismal en berenguela o piedra de Huamanga.
Iglesia de San Juan de Letrán
La iglesia de San Juan de Letrán de Juli fue concluida en 1602, pero también fue modificada varias veces durante ese siglo y el siguiente. Tiene una larga nave que basa su ornamentación en los grandes marcos de pan de oro y las pinturas, y una igualmente sencilla torre de adobe y ladrillo. Su portada lateral es un bello ejemplo del barroco mestizo de mediados del siglo XVIII. Posee lienzos atribuidos a Bernardo Bitti, quien trabajó en la zona durante el último tercio del XVI. También en Juli se encuentran la iglesia de la Asunción y la de la Santa Cruz, pero prácticamente arruinadas.
Iglesia de La Inmaculada en Lampa
La actual iglesia de Lampa se terminó en lo principal en 1685, aunque en 1776 se hicieron los arcos de piedra y la bóveda de quincha. Una singularidad de esta iglesia, además de su volumen, son sus tejas vidriadas y también la combinación de piedras negras con claras que le da un efecto especial a sus muros. Su fachada es sobria y todavía sin la ornamentación profusa del estilo mestizo pleno, así como también lo es su interior, que ha sido alterado modernamente por refacciones y adiciones, como la de una réplica de tamaño natural de La Piedad, de Miguel Ángel, que adorna una de sus capillas.
Iglesia de San Jerónimo de Asillo
Se encuentra en la provincia de Azángaro, fue construida en su estado actual a fines del siglo XVIII. Posee una de las más hermosas portadas retablo del Collao, de estilo mestizo, enmarcada por dos imponentes torres de cuatro cuerpos. Se levanta sobre una plataforma que configura un amplio atrio. Antiguamente sus bóvedas eran de quincha recubierta de tejas y paja, pero ahora son de calamina. Sus paredes interiores están cubiertas por marquetería dorada y lienzos atribuidos a Isidoro Moneada.
La iglesia del pueblo de Santiago de Pupuja, igualmente en Azángaro, es del último tercio del siglo XVIII. Su construcción duró hasta principios del XIX. Es toda de piedra, con dos torres macizas y poco elevadas, adornadas, como el contorno y la cúpula, con pináculos. Es notable la impresión de solidez que provoca el conjunto y el contraste entre la piedra labrada de la portada y las torres y la basta de las paredes. También es interesante su atrio cercado. Su portada lateral, a diferencia de la principal, labrada en encaje pétreo, es bastante sobria.
Catedral de Ayaviri
La catedral de Ayaviri, rango al que accedió en 1959, al constituirse un obispado en esta ciudad, se reconstruyó a fines del siglo XVII. Mide 67 varas de largo por casi doce de ancho y volvió a refaccionarse a mediados del XVIII. Algunos suponen que se asienta sobre lo que fue un templo del Sol en este pueblo donde, viniendo del Cuzco, comienza el Collao y en el que Pachacútec había asentado a mitimaes. Su imponente fachada retablo y sus dos torres son un magnífico ejemplo del barroco mestizo. Se considera que esta iglesia, que se halla bajo la advocación de San Francisco de Asís, es la avanzada de la influencia cuzqueña en el Altiplano. Está íntegramente construida en piedra extraída de las cercanas canteras de Lojera. Su amplio interior se halla ornamentado con marquetería y los lienzos de estilo cuzqueño de Isidoro Moneada.
Iglesia de Santa Catalina
Ubicada en Juliaca fue levantada en el siglo XVI, pero a principios del XVIII empezó la construcción de otro edificio, aparentemente por ruina total del antiguo. El nuevo templo se terminó en 1784. Su construcción es enteramente de piedra, la que resalta en los bien labrados bloques del interior, que presentan algunos altorrelieves. Su portada es sobria y cuenta con una sola torre. Posiblemente nunca tuvo altar mayor en forma de retablo, lo que confiere a su interior una atmósfera austera.
Templo de la Asunción
El templo de la Asunción de Chucuito es uno de los más antiguos del Collao, lo que inmediatamente puede ser percibido en su amplia portada renacentista. Su fábrica es de adobe y piedra y cuenta con un amplísimo atrio con columnata y arco de entrada. Su torre, muy sencilla, destaca al costado izquierdo. Debido a la gran población con que contó Chucuito en los inicios de la Colonia, hubo otros tres templos, pero el mayor fue éste.
Catedral de Puno
La catedral de Puno, elevada a esa jerarquía recién en 1867, cuando la ciudad se convirtió en sede de obispado, es una de las últimas grandes construcciones religiosas del Collao. Se terminó de edificar hacia el último tercio del siglo XVIII y tiene las dimensiones de una verdadera basílica. Es toda de piedra. Se dice que en ella pugnan las influencias del Cuzco y de Arequipa, pues la portada retablo labrada con una decoración plana de motivos vegetales por el artesano indígena Simón de Asto y las dos grandes torres laterales sobrias, con comisas en el cuerpo y con sus campanarios adornados de columnas y pináculo denota la impronta cuzqueña, en tanto que el interior acusa ya una temprana presencia del neoclasicismo y tiene, en su desnudez, un rasgo arequipeño. La catedral se levanta sobre una plataforma que conduce a un amplio atrio y que realza más la imponencia del conjunto.