Para hablar de los trajes típicos de Puno, hay que referirse al mestizaje cultural intenso, derivado de la presencia de los pueblos aimara y quechua, quienes, al contacto con la cultura occidental, experimentaron procesos de intercambio y sincretismo que determinaron una fuerte aculturación de los elementos nativos.
Una muestra evidente de este fenómeno es el atuendo de la simbólica chola puneña, musa de poetas y narradores. Uno de ellos, Mateo Jaika, la describió “con vistoso mantón de Manila, polleras de felpa, gros o chiflón de los más vistosos colores; sombrero honguito, colocado al lado, con tanta gracia sobre las dos trenzas de negra cabellera; blusa de lino con mangas voladas orladas de primoroso encaje; botas de cabritilla de altos tacones aperillados y con borlas, y algo que hacía resaltar más su belleza eran sus largos pendientes de oro y platino tachonados de perlas orientales y sus anillos de rutilante pedrería multicolor”. Lo peculiar de este atuendo, así como de otros, es que es usado tanto como disfraz para la danza, especialmente de la Pandilla y la Morenada, como en la vida cotidiana de la mujer que pertenece a tal estratificación social.
Otro elemento determinante en la diversidad del vestido típico es la existencia de múltiples ecosistemas altiplánicos. Así, en las islas de Taquile y Amantaní el atuendo usado por hombres y mujeres, uno de los más elegantes, es de predominante color negro, combinado con un arco iris de tonalidades, confeccionado de lana de oveja o alpaca. En la selva, la vestimenta es más ligera, si se considera la cantidad de polleras de bayeta que son faldas plisadas muy voluminosas que llevan las mujeres indias y cholas, tanto las que habitan en las islas, a orillas del lago Titicaca, en las zonas templadas, como las de las zonas de puna alta.
El poncho también es otro atuendo típico en todo el Altiplano, pero con claras diferencias zonales. Los más elegantes son los de los hombres de la zona aimara, que habitan las riberas del lago. Son de color nogal y como único adorno llevan dos listas muy finas a ambos lados, en las que se ha tejido una combinación primorosa de verde, celeste, blanco y azul. El hombre del Altiplano luce esta prenda con prestancia señorial.
El chullo es otra de las prendas emblemáticas de la región, también se diferencia de una zona a otra, en colores, porte y tejido. Son gorros largos, cónicos, generalmente con orejeras. Son y seguirán siendo tejidos a mano. Los más bellos son los de las islas de Taquile y Amantaní por las figuras artísticas que hacen en el tejido los hombres, quienes son los que se encargan de esta labor.
El vestido típico juega un rol importante, no sólo como abrigo, sino que coadyuva con las normas de control social, a dar significado y posición de estatus y función social a sus integrantes. Por ejemplo, entre las mujeres del campo, las casadas llevan las polleras hasta las pantorrillas; las solteras, hasta las rodillas, quienes además levantan la parte delantera y la sujetan a la cintura, mostrando así la segunda pollera, que es de un color vivo. Los varones llevan sombrero si son autoridades otro modelo de chullo, si son casados o viudos, y simplemente chullo si son solteros.
El traje típico de Puno se ha caracterizado porque todo el proceso de su confección era realizado por los campesinos, siendo la lana de oveja o alpaca su principal materia. Desde hace algunos años, lamentablemente, se está introduciendo a fibra industrializada, lo que le resta autenticidad y belleza.
En diversas partes la vestimenta típica varía, es por eso que les dejamos unas fotos de diferentes localidades de Puno:
La vestimenta que usan los pobladores en Acora la cual pertenece a la provincia de Puno.
Traje usual de las mujeres de Capachica.
Vestimenta de las mujeres de Cuyocuyo de la Provincia de Sandia.
Esta vestimenta es típica de las pobladoras de Santiago de Pupuja en la provincia de Azángaro.